martes, 11 de diciembre de 2007

Los signos de lo invisible (París)



París es la ciudad de la luz, sin duda alguna; pero esa luz no proviene solamente de los neones, de las farolas alineadas en sus hermosas avenidas; la luz de París es como una candela que alumbra los signos de lo invisible, rincones, preguntas, azar, arquitectura, anécdotas, bares y artistas; un susurro dentro del murmullo.

París es cultura, metropolitain, La Defense y Notre Dame, pirámide invertida-sumergida-en las fauces del museo, pirámide-erigida-sobre el adoquín centenario; lluvia; Victoria de Samotracia, Orsay, Picasso y la Place des Vosgues.

Es diferente, es más…

es el río, ese que nos enerva (porque sabe a dónde va y nosotros ignoramos nuestro destino) y nos tranquiliza (porque difunde altiva calma)

es las gárgolas y las quimeras, que erizan la catedral (esa mecánica opulenta y arrogante), testimonio de miles de pasos, de millones de puntos suspensivos (las dudas, el temor por los demonios que, aunque nadie los haya visto no quiere decir que no existan), grifos, tarascas y dragones de cuerpos escamosos y picos afilados… bestiario que, sin vértigo, nos vigila desde los pináculos.

¿Existieron esos monstruos? El ser humano creyó (cree) en ellos, fueron los signos de lo invisible, son los centinelas de la imponente catedral, esperando la noche para vigilar el río (que serena e inquieta).

La ciudad es París-luz, París-noche, París-lluvia, París-medieval, París-acero y vidrio, París-reflejo, París-casualidad, París-deseo, París-disturbios, París-banlieu... extranjeros-de-segunda-y- tercera-generación-sin-atisbos-de luz… de esa luz de París…

3 comentarios:

Fernando Patiño dijo...

París, la ciudad de la luz. ¿Puede ser Zaragoza la ciudad de la luz? Yo creo que mucha de esa luz está en los ojos del observador y deberíamos aprovechar cada minuto como si estuviesemos en París.

Unknown dijo...

Como no podría ser de otro modo, hago una incursión literaria, pues esta emoción por París me recuerda a "París era una fiesta", obra póstuma de Hemingway, en la que recuerda sus primeros años por esta ciudad, un escritor joven y enamorado que recorre sus calles y la encuentra llena de vida y de entusiasmo.
El libro acaba recordando aquellos años ..."en los que fui muy pobre y muy feliz." Esta es la última frase del libro y es el arranque del maravilloso libro que años después escribe Vila-Matas "París no se acaba nunca". Pero esa es otra historia.

UniversoFF dijo...

Paris paris es una ciudad bellisima, a mi me encanto, y me dejo enamoradooo